domingo, 11 de febrero de 2018

¿Atemporal, Intemporal, Anacrónico, Inmortal?

Me cago en la puta, vaya preguntita la que me ronda por la cabeza. Escribiría un libro entero con este título, pero sé que es imposible. No se puede responder con palabras, con pensamientos mundanos, utilizando un cerebro que sirve para decidir qé ponerte mañana por la mañana. No se puede escribir sobre este tema sin ser plenamente consciente de que no eres nadie. De que solo eres una acumulación de seres, objetos inanimados, partículas imperceptibles por nuestros cinco limitados sentidos. No se puede explicar desde mi punto de vista, ni tampoco entender desde tu punto de vista, lector anónimo, que eres tan anónimo como yo. Puede que aquí a la derecha puedas leer mi nombre, ver mi foto, estudiar mis redes sociales, incluso mi intimidad más preciada (que poco de intimidad tiene para un hacker experimentado), pero soy tan anónimo como tú, que no eres más que un número al lado del icono de un ojo. Lector número 16. O quizás seas el 14 porque dos personas antes que tú han abierto la entrada dos veces cada una. O quizás no puedas ser 16, porque no eres más que ceros y unos. Ceros y unos en un mundo en el que nadie pretende ser un dos y en el que, aunque sepas que no eres ni un cero ni un uno, no se entiende que es lo mismo. Tanto el cero, como el uno, como el dos o como la letra W.
Nada de esto existe. Estoy escribiendo en un teclado que no existe unos símbolos que no significan nada. Tus circunstancias hacen que puedas unirlos, ahora, si fueses un esquimal o un bosquimán, ni puta idea de qué estoy haciendo aquí sentado en mi habitación, solo y repleto de dudas. Dudas que ni si quiera yo sé plantearme a mí mismo. Dudas que no sé traducir al castellano, ni al gallego, ni a las matemáticas. Dudas más allá del raciocinio, de las emociones, de la existencia en sí.
¿A dónde vamos? ¿De dónde decimos? ¿Por qué pienso esto? ¿Por qué siento lo otro? ¿Quién soy?¿Existes fuera de mi Psique? ¿Existo yo fuera de ella? Pienso, luego existo. Existo, luego escribo. ¿Qué escribo? ¿Estoy escribiendo o estoy pensando en alto? No lo sé. Son preguntas absurdas. Sin embargo, cuando se pasan por la autopista de nuestras neuronas, nos invade una sensación más grande que nosotros mismos, más grande que nuestra familia y que el planeta Tierra. Más ilimitada que la Vía Láctea y más vasta que el Universo. El Universo. ¿Eso qué coño es? Etimológicamente: uno y todo lo que le rodea. Por favor, un premio al que se inventara esa historia. ¿Acaso Alfa Centauri está en mi entorno (sin referirme al ambiente directo que me condiciona)? Es la estrella más próxima al Sistema Solar, ¿y qué?. Uno. Tiene gracia. Uno no es Uno sin todo lo que le rodea. ¿Entonces está fuera o dentro? ¿Cómo es posible que sea Uno y todo lo que le rodea si todo es Uno? O igual no es Uno y entonces es Cero.
Nada, todo vaguedades mal planteadas, disparadas hacia una diana que no se encuentra en esta dimensión, que no se sitúa en ningún sitio, en ningún momento. Si el Universo es físico y el tiempo no lo es, entonces el tiempo no es algo que nos rodee. Y, si el tiempo no está a nuestro alrededor, entonces ¿por qué la gente vive anclada al pasado, perdida en el futuro?
Mozart es un saco de huesos que ya ni huesos son, perdidos en alguna fosa común de Austria. ¿O es Mozart un conjunto de vibraciones en mi tímpano, una hacina de ondas eléctricas en mi cerebro? ¿Era él un músico, o la música es, en parte, él?
Como ves, querido anónimo, todo lo que creemos saber es absurdo e incongruente. Tú no eres nadie, de la misma manera que yo tampoco lo soy , a la vez que tú lo eres todo y que yo soy tú. Yo soy todos los elementos de la tabla periódica en sus infinitas combinaciones. Tú eres yo y todas las personas existidas y por existir, todo lo que han hecho, todo lo que no, todo lo que harán y todo lo que dejarán de hacer.
Yo no pertenezco a esta época.
Quizás a un siglo ya olvidado en el que las personas se unían para luchar por lo que creían justo, en la que la gente no dudaba en responder con el mimo lenguaje con el que otros les avasallaban a la fuerza, en la que entendían que unidos somos más fuertes. Un siglo cruento, regado con la sangre  de aquellos que no sabían por qué la derramaban y aquellos que creían sacrificarse por una causa que no existía. Un invento. Una ficción contada por los pocos que escriben las reglas del juego. Un juego en el que sólo ganan los que no participan. Y todo, sin darse cuenta de que solamente tus pies pueden sacarte del campo, del estadio en el que nos encierran, escondiendo el "mundo exterior".
Parece ser que no. No es mi siglo. ¿Tal vez uno por llegar? ¿Puede que todos los siglos a la vez? Probablemente de ninguno.



“No se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”.

- Antoine de Saint-Exupéry, El Principito.

2 comentarios:

  1. Universo: "Uno y todo lo que nos rodea". Me gusta la definición. Creo que somos Universo emocional. Lo esencial es invisible a los ojos.

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