miércoles, 7 de febrero de 2018

El don de la palabra

Las palabras.
Cimiento de las culturas,
también brillan, por su ausencia,
en la incultura.
Son toda nuestra identidad
y, a un tiempo,
el laberinto en el que nos movemos.


Nadie puede pensar sin ellas,
pero, para nuestra mente,
son como las estrellas
en el firmamento.
Así,
bonito puede ser una palabra fea
y horrendo, una hermosa.


Las palabras dan a luz
a los poetas,
cargándolos, sin duda,
al nacer, con su cruz.


Pocas personas,
tomando la iniciativa,
les plantan cara,
sabiendo que están vivas,
y consiguen dominar
su espíritu, su sino,
logrando traducir,
de centímetro en centímetro,
de mililitro en mililitro,
su corazón.

Y si yo conozco,
por suerte o por destino,
a uno de esos pocos
que utilizan su intestino,
ese,

eres tú.



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